Me dormí contigo en el vagón
De un tren que se alimenta de un fuego
Que te asfixia.
Y a mi me es indiferente
No porque no sea terrible
Sino porque no pienso en mis nombres.
Pero te dejé seguir durmiendo
Aunque el conductor,
Que era una computadora sumisa,
Nos pedía que nos bajaramos.
Y es que estabas tan cansado
Y tan feliz de poner tus sueños a trabajar,
De poner tu nombre antes de ti,
De poner un millón de historias en camino.
Y te miré mientras dormías
Y vi tus orejas
Tus párpados apretados,
Tu arrugada frente de joven
Con pesadillas recurrentes
Donde no eres ningún héroe.
Tus manitos acurrucadas cuyas líneas
De la vida y del dinero chocan sin dejar sobrevivientes.
Al fin vi tus dientes sonrientes
Rojos y furiosos
objetos del poema de tu vida
donde el proyecto es un abismo.
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