
Llevamos siglos y siglos en lo mismo
esperando por aquello que no para de acercarse
celebrando una etapa de nueva espera.
Si por lo menos fuera Dios el que viene,
si por lo menos fuera Elvis el que llega...
Y olímpicamente seguimos esperando.
Un ciclo nuevo de gloriosa tenacidad,
pero ciega.
Un monumento al futuro por-venir,
pero repetido.
Y lo detenemos todo:
el tráfico, los veredictos,
las decisiones y las ejecuciones.
Esperamos ver eso que no ocurrió.
Insistimos,
lloramos de alegría
y frustración.
Aplaudimos,
Nos abrazamos,
Estuvimos a punto,
Pestañeamos,
Y nos hemos quedado en el mismo sitio
Esperando.
II
Lo incineramos todo por lo que venía
y no llegó.
Juntamos toda la basura obsoleta
que luego recuperamos.
Deshicimos promesas impracticables
en el orden actual.
Cantamos con más fuerza y pena que nunca
nuestro himno nacional.
III
Guardamos las serpentinas y todo el cotillón,
para próximos advenimientos.
Lo que gastamos, lo hemos pagado en silencio,
un silencio vacío como las expectativas que tuvimos.
Han pasado uno o dos días después
de la fiesta que celebró nada
y ya nadie la recuerda.
Han pasado uno o dos días después
del carnaval más brutal
y hemos vuelto en silencio
a nuestros trabajos,
al punto exacto donde nos habíamos quedado,
al punto que habíamos dejado para siempre.