No hay pescado muerto
que no posea el alma suave de un niño
que se llena las ropas con diarios arrugados,
porque la calefacción de exteriores no existe,
y las uñas no se limpian solas con sólo crecer.
No hay dios que no sueñe con dormir
acurrucado con tus susurros;
pero en esta casa sin techo
las estrellas soplan con más fuerza
y gritan tanto que no se puede pegar un ojo,
entonces pegamos los pulmones:
la solución al frío siempre es la solución.
Y cuesta salir a pedir con los zapatos cambiados
de tallas más grandes que sus (azulosos de frío los) pies
y es que el finado siempre será más grande
y rellenarlos con diario mojado los agranda más.
Ha quedarse encerrado entre cuatro cerros
que se dibujan como nube de moscas,
entonces mirar al horizonte se hace cada vez más fácil,
nada incierto, todo claro, evidente y obvio:
más frío, más humedad, menos agua y sin un bocado.
Estos Hansel y Gretel serían afortunados de llenar sus panzas
antes de morir,
pero eso sería tener suerte
porque esta bruja es un país.