LA NUEVA PIRATERIA

Su nombre lo deletreamos con las letras de los nombres de los demás
en señal de la nueva piratería
una clave secreta para desaparecer
una clave secreta infinita.

En señal de la nueva piratería
te vamos a robar nuestras ideas
y te dejaremos plagiar
nuestros nombres,
nuestras voces,
nuestros tonos
y el ánimo cansado de temporeras de las letras

La nueva piratería
es el subcontratista de la poesía.
Sustento perpetuo
Materia prima de su reconocimiento.

1.25.2011

El Proceso

El proceso consiste en volver hacia sí mismo.

El proceso habla de seguir cualquier camino que lleve hacia sí mismo. Hay muy pocos caminos en esa única dirección.

El proceso habla de sombras, de sangre, de odio pasado de moda o pisando la cola.

El proceso obliga a revisar la ropa sucia que ya nunca se lavará, luego exige quemarla en una ceremonia silenciosa, rápida y sin ceremonia.

El proceso habla de sombras. Sombras sobre las que hay que volver, una y otra vez. Volver sobre las sombras, adentrarse en ellas.

¿El proceso habla de iluminación? Sí, pero sin nombrarla nunca y, menos aún, prometerla. Si el proceso habla de iluminación, no hay proceso.

El proceso habla de sombras. Sumergirse en ellas, en las sombras, tus sombras.

El proceso habla de volverse sobre sí mismo.

El proceso señala un cambio. Un cambio determinado por un empaparse en uno mismo con uno mismo.

El proceso habla de sudor, de dolor, de abandono, de sombras, de verdad. Mucha verdad y honestidad.

El proceso se nutre de lo que habita en la verdad y ésta vive del doloroso sudor, de abandonar las sombras y no mirarlas jamás, de dejarse uno mismo de lado.

El proceso habla de no esconderse nada de sí mismo a uno mismo.

El proceso es persistente: habla de volverse sobre sí mismo.

El proceso es verdadero no en la medida en que te entregas a él, sino en la medida en que te empapas de ti mismo en ti mismo.

El proceso no ofrece nada, no esperes nada del proceso.

El proceso como medida del tiempo.

El proceso no debería inducirte a “pensar” en la epifanía. Si lo haces, morirás esperando.

El proceso es violencia, la violencia de aceptar lo inevitable que habita debajo de la alegría.

El proceso camina en la dirección opuesta a las convenciones.

El proceso no habla de triunfo o realización o felicidad. Pueden ser un sub-producto, y como subproducto, inesperados; el proceso no los espera. No cuentes con el subproducto, no esperes el subproducto, no te sorprendas con el subproducto.

El proceso habla de la muerte. No la nombra, no la induce. La exige. Dar muerte o merecer la muerte es algo que el proceso esclarece sin palabras. Antes del proceso pudo no haber vida.

El proceso no debería inducirte a “pensar” en la epifanía. Si lo haces, morirás esperando.

Caminar en dirección contraria a uno mismo significa que el proceso te abandona.

El proceso no promete vida.

El proceso exige muerte.

El proceso es decisión.

El proceso señala lo irreparable, la alegría de lo irreparable.

El proceso habla de verdad. Exige verdad.

El proceso como relajo.

El proceso no exige sufrimientos originados en lo que aún no ocurre.

El proceso como antesala del proceso.

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