Todo parece condenado a realizarse
contenida la ciudad en una caja
y recorrerla, a salvo, siempre a salvo
en la traquilidad de mi casa
pero se puede salir,
ojo
que se puede.
Pero sin plata,
a qué parte voy a ir
sin plata.
Recorre un pedaso de Santiago
por Grecia
desde Macul hasta Bustamante
Mirando la procesión eterna de las 6 de la tarde.
Todos esos autos que la transportan
Séquito oficial del anonimato y la soledad
La imagen que de forma definitiva
Muestra en el acto mismo,
en el verbo
que vamos desconectados,
Semi abanonados unos de otros
Todos por todos
Nunca tan desesperados,
Muy contenidos llamados al delirio
de sentirse bien,
Empapados de la saliva del miedo
a un paso de la satisfacción destripada,
hecho polvo.
Pero eso no es más que dar una vuelta
Seguí por Bustamante hasta plaza Italia
Y ahí ya no pasó nada.
Silencio, sin transeúntes y un solo caminante.
Volaito caminé todo ese trayecto
Y los autos eran unas cajitas protectoras
Separadoras del exterior irrespirable
Del interior invivible.
Tanta soledad al interior de un auto,
Confección perfecta del miedo a los demás,
Hardware, Software
Automatización de la producción
de un silencio frío, programado para desgastar la compasión
Entre hermanos, vecinos,
compañeros de trabajo,
de oficina y de esquina.
Un mar de ships me ahogan ente tanto silencio
Su influencia me supera y me lleva por zonas de comercio
Antesala de la perdición.
Y el edifico de la Telefónica es un Celular.
Y la torre Titanium es la antesala del cielo,
Mucho más que Babel
Que también se va a caer.
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