La Nueva Pirateria presenta al más arrebatado: José Barraza
Una escritura rabiosa, No
No necesitamos diarios de vida,
Para qué, si es lo ya repetido
Necesitamos incendios
Hogueras que cuelguen de tu saliva
El decir que al mismo tiempo arranque nuestros interiores y los destripe
Con una cubierta de azúcar sangre
No más pequeños arranques sobre hojas blancas
Que languidecen
Como cuando te escucho hablar
No lo tomes como un ataque
No creas que mi antieditorialismo es un ataque personal
No, no muchacho
Es la voluntad pirómana de mi rabiosa tripa
Que me pregunta sobre los fuegos paralelos
La voluntad de formar una hoguera y quemar todo eso llamado novísima
Tan sofisticada aquí en la provincia
Insisto, no lo tomes a mal.
Pero cuando te di la mano y no saltamos
Por que no lo hiciste?
QUE TE ASUSTÓ?
El agua negra del río que luego inflaría nuestros cuerpos?
Privaste de joven y no lo fuiste.
Temiste ser demasiado joven?
Tan futuramente tú mismo.
Temiste por ti
Por primera vez
Por primera vez nunca habías estado tan dentro tuyo
Tuvimos la posibilidad de saltar,
Pero no quisiste,
No quisiste ser espectro de la Chimba
Sólo tú lo sabes,
Esa noche los fantasmas aparecieron como una boca llena de sangre mapocho
Y te ahuyentaste,
Pensaste acaso en todos los pasillos de tu casa inundados con sangre color amarilla
Tu hermana
Tu madre
La tierra se abrió
Y no caímos
Quizás te debías a otra profundidad
Una mas exacta que la mía
Una hecha a tu medida
Una, en la que aparte de tu cuerpo
También soportaría una escritura,
Que sí quería caer, ella me lo dijo
No como su autor
a un hoyo lleno de cuchillos endemoniados
Al desfile de cuerpos agonizantes que arroja la ciudad
Tan electrodoméstica, tan hecha a la medida que queramos
No te dejaste caer
Tu delirio se volvió nervio y no saltaste
Tu delirio se agazapó dentro de sí mismo
Tu delirio alejó cualquier nota rockanrollera
Y temiste entrar a esa boca.
No, no necesitamos diarios de vida.
Necesitamos incendios
Incendios que cubran todo un río
Esa noche el río ardería y no ardió
Esa noche Santiago estaría atravesado
Por una vena color brasa y no la tuvo
Pero sí
La escritura cayó conmigo
Finalmente
Tomé su mano y caímos, delirantemente
La dejaste caer conmigo
Escritura huacha, sin padre ni madre,
Escritura ella misma
Escritura yo mismo
Atravesamos toda la ciudad
Me abrazó desde la cordillera al zanjón
Sin ningún tipo de sed editorial
Sin altazor para darnos la mano y alivianar la caída
Sin todas nuestras familias llamadas Chile
No, no necesitamos diarios de vida.
Necesitamos incendios
Incendios que cubran todo un río.